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Las personas no estan jamás tan cerca de la estupidez como cuando se creen sabias. MOLIERE.

martes, 27 de marzo de 2012

Han vuelto

Estaba casi calva, quizá exagero, pero yo ya sentía tener sólo una delgada capa en la cabeza, que hasta temía hacerme la cola de caballo. Me peinaba y una bola de cabello quedaba en el peine, me bañaba y al exprimirme el cabello obtenía un buen atado en mi mano, hasta cuando me quitaba el colet...lo perdía mas y más.

Una noche fuí donde una podóloga y mientras hacía un tratamiento a mis diminutos pies, le comenté mi problema.

-Estás usando un champú fuerte seguro...¿Cambias con frecuencia de champú? ¿Estás estresada? ¿No te alimentas bien?

A todo le respondí con un "no" inseguro, entonces me dió su "consejo".

-Tendrías que ir a un dermatólogo...Pero es raro, tienes que peinarte más seguido, así tu cabello crecerá, el cabello no lo pierdes, siempre crece, siempre, siempre. Péinate más.

Opa, yo, llegué a casa y esa misma noche tomé el peine, sin miedo, y le dí a mi cabello con fuerza, asi fueron 2 días, hasta que al verme bien al espejo, ví el resultado de haber tomado el consejo de una podóloga sobre un problema capilar...¡Nooo!

¿Cómo iré al trabajo...así?...¿Cómo voy a llegar al taller de teatro?... ¿así? ¿Esa persona me verá...así?. Rato después llega mi padre y me pasa su celular:

-Hija, Jeancito quiere hablar contigo.

-¡¡Jean!!, ¡SOS!- Es lo primero que dije al tomar el celular, y le conté lo que acababa de ver...Entonces el me prometió que consultaría con Doña Felicia, una señora buenísima que me dió chamba en su casa en San Ramón, donde mi hermano se encuentra ahora, trabajando con ella.

Afortunadamente mi hermano ya había confirmado su llegada a lima, mañana en la mañana.

Al día siguiente, con Jean en casa, llamamos a la Doñita y hablamos:

-¡Hoola Carito! ¿Cómo estás hija?
-Ay señito, mi vida es un calvario...
-¿Qué pasó hija?¿Jeancito me dijo que querías consultarme algo?
-Siii...Mire señito, hace dos meses que estoy perdiendo mi cabello, al peinarme al bañarme, sobrado haría una peluca con todos los caídos, snif...
-Mmmm... ¿Qué champú estás usando?
-SH
-Carito, entonces el champú es muy fuerte para tí, ¿Hace cuánto te lavas con eso?

(Puede ser, pensé, no lo tomé en cuenta porque suelo ser exageradamente dramática: "Seguro es el estrés, no, ¿será que tengo anemia?, ¿alguna extraña enfermedad?, me siento débil...Voy a morir! ¡Nooo..!"). Pero mejor le respondo a la Doña:

-4 meses.

-Mira hija, yo también tuve ese problema con ese champú y ya dejé de usarlo...ahora lo que tienes que hacer es...

Y manos a la obra:

PRIMER ACTO: Quiebro un huevo y lo echo en mi cabeza, masajeando bien bien, espero unos minutos y enjuago con un "jabón negro"(¿?), no lo conocía, pero bueno, lo hice, mi cabello quedó más enredado...pero confiada en los buenos resultados.

Al día siguiente me lavé con un champú natural de una línea de cosméticos que vende el hijo de Doña Felicia. En la noche, mi peine solo me quitó la cuarta parte de lo que acostumbraba, y mi colet sólo con 2 o 3 cabellitos. Estaba saltando de un dedo del pie, gritando un dichoso ¡Sii!, unos pasitos para celebrar y a dormir regocijada en los cabellos que pude conservar.

SEGUNDO ACTO, PASO, BUENO COMO SE DIGA: Si bien tuve un resultado alentador, debía tomar el otro consejo de la Señito, no pierdo nada. Compré una palta bien madura y luego me la desparramé en toda la cabeza, fué menos agradable que el huevo.

Sinceramente, lo de la palta no quise hacerlo más, sentía que no me lavaba la cabeza en semanas... Así que todos los días, huevo, huevo, huevo.

Poco a poco lo estoy recuperando espero que no me vuelvan a dejar. Extraño cuando las peluqueras me decían:

"Tienes bastante cabello eh..." "Te va a costar más."

Eso último me lo decían algunas, je.

sábado, 24 de marzo de 2012

martes, 13 de marzo de 2012

"IDIOTAS FELICES"

La columna de Jaime Bayly.
PERU 21 MARZO 12, 2012.



No sé por qué me empeño en seguir leyendo los periódicos, cuando sé que después de leerlos termino siempre abatido y descorazonado y a veces furioso, indignado.

No hay nada que pueda hacer, salvo quejarme, protestar, decir esto no me gusta, esto no está bien, hacer el papel de viejo cascarrabias sentado en la banca de un parque lamentando todo lo malo que lo rodea, cómo se han echado a perder las cosas, cómo todo me parece estúpido y vulgar y acanallado. Casi nada me gusta, casi todo me parece injusto, deleznable, o será que las cosas que me gustan no me llaman tanto la atención como las que me parecen groseras, chocantes, inaceptables.

Todo ha sido siempre injusto, la historia de la especie humana es un larguísimo inventario de injusticias y atrocidades, cuándo no ha sido el hombre una criatura violenta, la bondad y la tolerancia son valores relativamente modernos, la civilización y la libertad son ideas todavía minoritarias si contamos cuántos seres humanos son hoy mismo libres y civilizados (los chinos, por lo pronto, no son libres, y casi todos los africanos tampoco, y de los países árabes mejor no hablemos), y sin embargo uno no se acostumbra a la idea de que los hombres de nuestro tiempo no somos en esencia tan distintos a los de todos los tiempos: si bien disfrutamos ahora de unas comodidades que antes no existían y jugamos con unos aparatos tecnológicos que no dejan de deslumbrarnos y al cabo de uno o dos años ya son obsoletos frente a los nuevos adminículos que se ponen de moda y podemos comunicarnos rápida y eficazmente de maneras que antes resultaban impensadas, lo que perdura y prevalece en nosotros sigue siendo el egoísmo más rampante y a veces criminal, el deseo de tenerlo todo ahora mismo, la cortedad de miras, el afán de poseer unos bienes y ejercer un poder sobre los demás, todas esas cosas que nos rebajan como individuos y nos devuelven al viejo instinto de la tribu: el de preocuparse por uno mismo y por nadie más y desentenderse de los problemas de los vecinos y ser una bestia que impone violentamente su existencia, aun si para ello es necesario mandar sin escrúpulos y matar al que se nos opone.

Uno pensaría que los deslumbrantes inventos de la modernidad contribuirían a hacer de nosotros unas mejores personas, que la facilidad con la que ahora se accede al conocimiento nos haría menos ignorantes, que los individuos de estos tiempos serían éticamente superiores (menos violentos, más generosos) que los que poblaron el planeta en los siglos precedentes, y ese no parece ser el caso cuando uno lee los periódicos y ve las noticias en la televisión: seguimos matándonos en nombre de la religión, de las creencias de la tribu, del poder, seguimos siendo salvajes, despiadados, inhumanos, el mundo está lleno de sátrapas y tiranos y explotadores de todo pelaje, nos parece normal que los chinos estén gobernados por una dictadura y casi nadie dice nada porque los chinos tienen dinero y entonces hay que negociar y pactar con ellos en nombre del dinero, nos parece inevitable y hasta plausible que los cubanos estén sojuzgados por una camarilla de matones y casi todos los países americanos (incluyendo el país en que nací) hagan el triste papel de cortesanos de esos decrépitos espadones uniformados, nos parece natural que medio mundo viva todavía en la barbarie y el oscurantismo y, la verdad, mucho no nos importa, no hay señales de que nos importe. Porque lo que más parece importarnos a la inmensa mayoría de los que habitamos el mundo libre y civilizado no es ayudar en modo alguno a los que la pasan peor que nosotros, no, qué ocurrencia, qué ingenuidad: lo que nos preocupa con creciente impaciencia y hasta desesperación es divertirnos, buscar el placer de cualquier manera y a cualquier precio, pasarla bien, no importa si el otro la pasa mal, mala suerte, tal es su destino, joderse, nosotros no hemos nacido para jodernos, hemos nacido para ser condenadamente felices y estar contentos, livianos, despreocupados, silbando y cantando y bailando y gozando de la buena vida.

Esto es lo que, cuando leo los periódicos y veo el modo en que la gente dilapida su tiempo, más me entristece: que pudiendo ser mejores personas, más nobles, más educadas, más sensibles a la belleza y el arte y el mínimo sentido de la justicia, elegimos, sin embargo, ser los mismos idiotas que siempre hemos sido, y celebramos la vulgaridad y la ignorancia, y nos quedamos atrapados en las costumbres tontorronas de la tribu, y nos parece que la idea de la felicidad es emborracharnos, gritar, poner la música a tope, dejar de pensar, saltar, bailar, mirarnos el culo, follarnos y enseguida quedarnos dormidos, masivamente idiotizados, como si estuviéramos muertos, para ser al día siguiente una versión aún peor de la que ya éramos.

Perdón si todo esto suena pesimista, pero es lo que siento ahora mismo: la suerte del otro, del que la pasa mal, nos importa poco y nada, porque lo que nos urge moralmente (es un deseo quemante, una necesidad impostergable) es divertirnos, y lo que más nos divierte no es por desgracia lo que nos hace mejores personas (leer, aprender, escuchar, esmerarnos en cultivar lo poco de bueno que hay en nosotros), sino entregarnos tonta y gozosamente a la noción de que cuando somos más brutos es cuando más contentos estamos, y entonces el placer, sin darnos cuenta, sin pensarlo siquiera, termina asociado a esas cosas (gritar, chillar, saltar como energúmenos, estar todo el tiempo de fiesta, dejar de pensar, creer que la vida comienza y termina en uno mismo) que, por muchos aparatos tecnológicos que llevemos a mano, nos devuelven a nuestros ilustres antepasados, los chimpancés. Y pobre del que interrumpa la fiesta interminable con estos reparos y estos rencores: lo mandan a callar, le dicen no jodas, tómate un trago, relájate, baila, diviértete, no seas amargado. Y entonces uno se aleja del estrépito y el bullicio y se queda solo, rumiando su tristeza, pensando que no es verdad que hemos avanzados culturalmente, seguimos siendo los mismos idiotas de siempre, solo que con más aparatos modernos y con más posibilidades de informarle al mundo lo bastante idiotas que somos, lo salvajemente felices que somos siendo idiotas.

"IDIOTAS FELICES"
La columna de Jaime Bayly.
PERU 21 MARZO 12, 2012

lunes, 12 de marzo de 2012

Esa es la cuestión...

Tengo un trabajo, no lo odio pero tampoco lo adoro, asisto a un taller de teatro donde cada clase es mas agradable y reveladora hacia mi, Tengo un hijo increíble, que amo, que extraño y necesito cuando voy al trabajo, cuando estoy sola, tengo una familia incondicional, estoy bien, no hay abundancia pero existe una estabilidad, siento tranquilidad. ¿Feliz?...no.

No tengo esa convicción para decir: "La vida es hermosa, Soy Feliz". Quisiera que me cuenten cómo lo consiguen, lo encuentran, lo inventan?. Con todo lo que sucede alrededor... ¿Es posible?. He intentado escribir, sin éxito, esto que siento desde hace mucho, desde que caí de esa nube donde no me sentía cómoda, aunque me decían que debía permanecer ahí, disfrutar, ser "...".

Y hoy en la mañana, al comprar el periódico...lo encontré.

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jueves, 1 de marzo de 2012

Janis joplin - little girl blue

Puedo ser fuerte si no estás cerca a mí, si no me miras, ni me hablas, ni me tocas.

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